Revisando el video de un ciclo de charlas realizado por Bernard Charreyre el 7 de noviembre pasado, pudimos constatar no sin un dejo de nostalgia, que este entrenador es el continuador, junto con otros, del denominado “rugby en movimiento”.
Este estilo de juego corresponde perfectamente al “french flair”, en ello hay una idea de la libertad, de la improvisación, en definitiva, de la creación. Charreyre nos dice. ¡Sean ustedes, equivóquense! y esto puede ser también una regla de vida.
Si bien es cierto el rugby es un deporte de combate, de confrontación, no es menos cierto que también es un juego de espacio y de número. Aparecen entonces otros aspectos como son la continuidad, la fluidez, el juego en la defensa, de pie y el pase en el contacto. Es muy importante el juego sin pelota, la presión ofensiva, la ubicación de todos los jugadores de un mismo equipo en función de diversas situaciones.
René Deleplace (1925-2010) fue el primer teórico del rugby total, su libro Rugby de movimiento, rugby total; es referencia absoluta en la materia. Este profesor de matemáticas, músico concertista y rugbista, fue entrenador del PUC a fines de los 50, de Rumania en los 60 y aportará al rugby junto a sus ideas el “arte de la improvisación”, algo que le venía de su pasión por la música: A improvisar también se aprende, como en la música: El jazz.
“La elección de un solo jugador balón en mano condiciona las acciones de aquellos que no lo tienen, a los otros corresponde adaptarse de la manera la más justa posible, luego de esta decisión, para continuar el movimiento sin interrupción con el fin de constituir un encadenamiento armonioso. En teoría, si los jugadores son capaces de brindar variadas soluciones al portador de la pelota, se pueden evitar las detenciones del juego y continuar la acción indefinidamente más allá de la línea de goal.”
La perfección sería el movimiento perpetuo.
Y en cuanto a la defensa decía: “La rejilla defensiva es más importante que el tackle mismo.”
El inventor de la “inteligencia situacional” consideraba que tanto forwards como backs debían tener las mismas aptitudes para generar incertidumbre en el despliegue del juego, algo que ya no respetaba la lógica simplista de “la pelota hasta el wing”.
Su gran continuador es Pierre Villepreux, entrenador, teórico y columnista con excepcionales libros a su haber.
Quisiéramos traer a colación dos conceptos, entre muchos otros, que encontramos en sus escritos: suplencia y desorden.
“Suplir es la capacidad en cualquier rol provisorio que el juego exija, aceptando en función del contexto “situacional” para tomar en todo momento la iniciativa que se impone, cualquiera fuese el plan de acción en el que el jugador estuviese involucrado”.
Y en cuanto al desorden:
“Se trata de, cualquiera sea el estatuto del jugador, poder crear en el adversario perturbaciones (desorden) y que intentaremos controlar (orden) y así sacar partido. Crear el desorden es para un equipo destruir la organización del adversario, y considerando el desequilibrio generado, mantenerlo o acentuarlo, bajo pena de volver al equilibrio inicial, es decir a la situación inversa. Aquello que es desorden para uno de los dos equipos, es necesariamente orden para el otro, lo que supone una capacidad para recrear un orden operacional a partir del “desorden”.
De esta forma la noción de desorden de “posición” que existe en el juego debido al desplazamiento de los adversarios y de la pelota sólo tiene sentido si éste genera un orden igualmente “posicional”, es decir una organización efectiva. Es esta capacidad organizadora (orden) la que traduce el “juego intencional” y por lo tanto “en referencia a”, y que en definitiva transforma la información situacional cambiante y con fluctuaciones en conocimiento y por lo tanto en organización”.
En este estilo de juego denominado “rugby en movimiento” hay ciertamente una idea de la libertad del jugador, de la audacia, pero sobre todo está puesto de relieve el saber lo que se está haciendo, lo que se llama conocimiento.
Por Tata Navarro
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