Luego de la extensa paralización a raíz de la emergencia sanitaria, finalmente se jugó un partido entre dos clubes de ARUS tras un año y medio, siendo la icónica Lobera de Puerto Montt la sede del encuentro.
En el cotejo vieron minutos amplios planteles por parte de ambas escuadras, quienes optaron por dar rodaje a un gran número de jugadores. 35 en el caso de Traukos, siendo 18 debutantes, entre ellos su capitán, el centro Cristián Paredes, y 27 por el lado de Los Lobos.
El juego vibró cargado de emoción desde la previa. Los jugadores sonrientes pisaban el gramado de una cancha un tanto resbalosa. No era para menos, luego de las intensas lluvias que habían sacudido la región en los últimos días, las que incluso pese al gran drenaje que caracteriza los campos de los cuadros sureños, se tradujeron en un terreno jabonoso en ciertos sectores que prometía ser factor en el cotejo.
Los gritos de ambas escuadras previo al ingreso sonaron como un descargo antes de que Los Lobos hicieran su ingreso entre humo blanco, azul y verde, seguidos por Traukos. Los vigentes campeones y el cuadro con más coronas de ARUS estaban listos para dar el kickoff al primer partido entre clubes de la asociación desde que estalló la pandemia.
Pitazo, la ovalada al aire y el trámite del encuentro se salió de cualquier pronóstico. Lejos del juego friccionado y de constantes pausas que marca el estilo del sur, se vio un partido muy fluido por momentos, buen juego de manos e incluso un par de pases de fantasía. Probablemente los mayores resquicios de la pandemia se observaron precisamente gracias al activo rol de los backs, quienes encontraban espacios para penetrar por medio de su velocidad sin tanta resistencia como se solía ver en los encuentros pre COVID, presumiblemente debido al proceso de aclimatación física que afecta las reacciones y la velocidad para reorganizar el bloque cuando se extienden las fases del juego.
El rugby fue fluido la mayor parte del enfrentamiento, incluso cuando la lluvia acrecentó su furia, provocando un barrial más severo en ciertos sectores de la cancha, pero los rugbistas hicieron notar su pertenencia a ese clima sin permitir que los afectara para el desarrollo del encuentro, cuyos momentos más irregulares se dieron al inicio de cada tiempo (se jugó en cuatro lapsos de veinte minutos cada uno), debido a la gran rotación de jugadores tras cada descanso.
Finalmente el marcador cerró 61-3 a favor de los locales y una despedida fraterna entre rugbistas que, tal como lo señalaron durante la semana, festejaban la posibilidad de volver a jugar en la cancha más allá de cuál fuera el resultado que se anotara en la planilla.
Tras esto, ambos elencos se encuentran en conversaciones para desarrollar nuevos partidos amistosos, siendo una de las opciones programar un encuentro de vuelta entre puertomontinos y mitológicos, esta vez en Chiloé.
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