Tiene solo 24 años y es estudiante de Pedagogía en Educación Física, cursando su último año. Es parte del club San Bernardo hace 8 años y un apasionado de la ovalada, pero, como tantas veces suele suceder, sus orígenes reflejan un cuestionamiento a los estigmas del rugby como un deporte supuestamente exclusivo de la élite. También existe la vulnerabilidad, así como la capacidad de resiliencia para sobreponerse y transformar las experiencias crudas en comprensión y un impulso para apoyar a los demás. Así es el mundo de Joan Jacobsen
“Me interioricé en la Fundación partiendo más que todo porque de donde yo vengo, mi padre estuvo detenido”, relata, rememorando sus orígenes, antes de proseguir indicando “se me presentó la oportunidad de poder llegar a jóvenes imputados y condenados para poder usar el rugby como herramienta de reinserción, que a los chicos se les de una oportunidad para que piensen una, dos, tres veces en qué hacer. En este caso, que no vuelvan a recaer. Esa es la idea principal tanto mía como de la Fundación”.
Hoy en día, Jacobsen es educador voluntario de Taller de Rugby. Partió en la institución hace dos años en el CIP Santiago, para posteriormente estar a cargo de Tiempo Joven en el CIP San Bernardo. Hoy, aún siendo muy joven, ya está a cargo de los tres centros de internación provisoria de la Región Metropolitana, es decir, los dos mencionados anteriormente además del CIP San Joaquín.
Para Joan trabajar con personas privadas de libertad “ha sido bastante llenador, confortante. No ha sido complejo porque como yo conozco ese mundo, entiendo los porqué, por qué cayeron esos jóvenes, entonces no ha sido tan difícil llegar a ellos, a su corazón. Por parte personal ha sido realmente reconfortante, entiendo que no cualquiera va a ir ahí a enseñar algo”.
En los años que lleva participando de Taller de Rugby, Jacobsen ha visto multiplicidad de historias, pero sobre todo marca el hecho de ver cómo el deporte fue capaz de transformarse en el motor para encaminar a personas que habían perdido su sendero y se encontraban privadas de libertad, como es el caso de Sergio Rojas, quien cumplió una condena de cinco años y un día por la receptación de un vehículo y hoy en día es jugador del Old Anglonians, además de desempeñarse como parte de la Fundación
Por todo esto, Jacobsen comenta que ver a personas cambiar su vida de esta manera “es llenador. Me coloca muy feliz. Ahora estoy trabajando junto a Sergio (Rojas) y verlo jugar rugby y que el rugby fuera una herramienta para que él cambiara es que estamos haciendo bien la pega. Estamos remando en buena dirección”.
Para que todas estas historias puedan seguir aumentando, Joan señala que la Fundación está avanzando en varios proyectos para la inclusión de las personas privadas de libertad en el rugby una vez que regresen a las calles.
“Estamos trabajando junto a la Municipalidad de Pudahuel con la delegación de prevención del delito y la idea es que afuera haya un club esperando a los jóvenes que tengan ganas de seguir aprendiendo el deporte, que quieran ser deportistas”, comentó.
Jacobsen es, como muchos otros, parte de Taller de Rugby, de un grupo de personas que trabaja con quienes suelen ser llamados marginados, que los acerca para reivindicar su camino y utilizar el deporte, la ovalada, como una herramienta para cambiar vidas y entregar a otros seres humanos una plena libertad en la cancha y la sociedad.
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