Editorial: El espacio de las mujeres en el rugby chileno



El pasado 23 de septiembre, La Tercera publicó un artículo titulado “Las mujeres luchan por su espacio en la revolución del rugby chileno”, donde, lamentablemente, el medio de distribución nacional omitió el duro trabajo que el rugby jugado por mujeres viene realizando sostenidamente desde hace varias temporadas.

Los “primeros pasos”

Hablar de “dar sus primeros pasos” o de “renacimiento tras años de nula actividad” solo aumenta un prejuicio que lleva años habitando un imaginario que solo ha servido para que constantemente se cierren espacios y oportunidades para el desarrollo de la ovalada en manos de niñas y mujeres.

La resiliencia deportiva del rugby de mujeres destaca en particular debido a que su crecimiento se ha dado principalmente al margen de las grandes instituciones y organizaciones nacionales. La “categoría olvidada” como señala el artículo de La Tercera, fue olvidada por los entes rectores, mas no por las miles de chicas que habitan la escena ovalada nacional.

Es por lo mismo que, hasta no hace mucho tiempo atrás, las competencias, registros y data oficial, eran prácticamente nulas. Sin ir más lejos, los datos estadísticos presentados internacionalmente tenían un desfase cercano a 10 años, con números que estaban lejos de la realidad chilena.

N’gavie Rapa Nui en Seven de Papeete, Tahiti.

En un recuento aproximado sobre el panorama nacional, podríamos mencionar que cada región cuenta entre 1 y 3 equipos de mujeres de modalidad Sevens, a quienes se suman los cuadros de Matamu’a Nga Vi’e (Rapa Nui) y UMAG (Punta Arenas).

Es en la Región Metropolitana donde se concentra el mayor número de escuadras, teniendo más de 12 equipos. De ellos, solo 3 juegan el torneo de la Asociación de Rugby de Santiago (Arusa), mientras que los demás confluyen en Carufem, torneo autogestionado por los clubes y que apunta al desarrollo y masificación de la disciplina, reuniendo a más de 100 jugadoras por fecha de competencia.

Si bien el tema formativo siempre ha sido un punto crítico en el panorama nacional, las regiones han dado una lección en cuanto a cómo, con recursos limitados, es posible generar semilleros para la temprana edad. Garumas (Antofagasta), Old Red (Arica) y Wallmapu (Temuco) son ejemplos que se han proyectado en el tiempo y que, particularmente, están compuestos íntegramente por mujeres.

Garumas – Antofagasta.

Las grandes instituciones

El rugby de mujeres, a diferencia del jugado por hombres, recibe aportes económicos considerablemente menores que, por extensión, repercuten en una menor cantidad de instituciones, patrocinadores y marcas motivadas a promover el desarrollo de las mujeres en el rugby. Esto en gran parte dado que, al ser planteles de menor número, deben recurrir a un mayor gasto por jugadora. Probablemente la clásica frase “los hombres juegan rugby y las mujeres al hockey” es parte del inconsciente de las instituciones más clásicas del rugby nacional.

Caso ejemplar al respecto es el del histórico Stade Francés femenino, campeón en múltiples instancias del certamen nacional de clubes y que, tras años de competencia, bajó el telón por desacuerdo entre el plantel y los directivos de la institución. Historias similares se cuentan para el caso de Country Club y Universidad Católica, siendo esta última una de las que actualmente trabaja en poder dar forma nuevamente al conjunto que participó de la escena metropolitana en la década anterior.

En dicho panorama, la autogestión, concepto ya propio al rugby de mujeres, parece ser una constante. Corsarios (La Serena) y Quelequén (Coyhaique), forman parte de los conjuntos que viajan constantemente en búsqueda de poder encontrar instancias competitivas; siendo el mayor representante de estos UMAG, equipo que compite en la Unión de Rugby Santacruceña (Argentina), teniendo un papel protagónico no solo en lo competitivo, sino que también sumando a jugadoras y staff en los procesos de desarrollo del rugby argentino.

UMAG en Seven del Fin del Mundo – Ushuaia, Argentina.

Viajes, indumentaria, staff, instalaciones y un largo etcétera son solo parte de los gastos que “mágicamente” deben solventar gran parte de las jugadoras del ámbito nacional; teniendo muchas veces que entrenar en plazas públicas, sin camarines o usando indumentarias de los equipos masculinos de sus clubes. De allí que el cierre de la cancha de Las Almejas en Antofagasta o la nueva cancha para Nawel (Puerto Montt), sean noticias que calan hondo en la ovalada nacional, dado que impactan directamente en el desarrollo y oportunidades que tienen las mujeres para avanzar en el rugby.

Lo lamentable es que el bajo apoyo ha sido una constante no solo en clubes, sino que también a nivel de asociaciones y Federación, quienes fueron mucho tiempo cómplices de ello. Desde materia deportiva, en que los concentrados se realizaban solo con motivo de torneos sin apostar por la continuidad, hasta los absurdos en que las jugadoras debían conseguir la indumentaria oficial con ex seleccionadas; fueron por mucho tiempo parte de las evidencias del desinterés y del trato poco digno que se les entregó a jugadoras que entrenaban a la par del Alto Rendimiento masculino.

Por otro lado, la difusión desde los entes rectores es escasa y deficiente. Campañas importantes lanzadas por World Rugby, como “Try and Stop Us” poco trabajo tuvieron en el ámbito nacional, siendo instancias privadas y fundaciones quienes más pudieron promover esta visión sobre el rugby de mujeres.

Sin ir más lejos, desde el 7 al 9 de octubre de este año, se juegan los XLL Juegos Suramericanos, Asunción 2022, donde Chile tendrá participación; mas esto no ha sido informado oficialmente por Federación ni ha sido difundido a través de sus redes, a poco más de 10 días del certamen.

Bilbao Rc vs Stade Francés.

De la autogestión al empoderamiento

En esta historia de dificultades, pareciera que poco a poco las cosas van mejorando para las mujeres en el ámbito de la ovalada nacional, no sin dejar de lado la autogestión como artífice de las instancias y procesos más importantes que ha vivido la disciplina en el último tiempo.

Parte de los antecedentes son la gestión que desde 2014 empezó a tomar lugar desde Federación. En un panorama ampliamente dominado por la presencia del rugby masculino, donde incluso este no lograba aquilatar un flujo económico considerable, el rugby de mujeres tuvo que comenzar a dar una dura lucha por recursos, los cuales fueron mínimos, pero permitieron de una u otra forma, modelar la estructura local de competencia.

Propulsando las instancias competitivas al interior de las asociaciones y un formato zonal de clasificación, Federación dotó de una estructura orgánica a una competencia de carácter macro, naciendo así en 2016 el Torneo Nacional de Asociaciones (TNA) y el Torneo Nacional de Clubes (TNC), donde se sumaron también el Instituto Nacional de Deportes (IND) y el Comité Olímpico, como importantes patrocinadores de dichas competencias. El mejoramiento sustancial de este hito daría como resultado la medalla de bronce por parte de las Cóndores, en el Sudamericano de Asunción de 2019.

Viña Rugby Club múltiples campeonas nacionales.

Tras ello, una segunda explosión del rugby de mujeres se puede rastrear para 2017 – 2018 en la Región Metropolitana, momento en que surgió Femrug, torneo independiente que tuvo la particularidad de reunir en la misma competencia a equipos desde Coquimbo hasta Punta Arenas, contando incluso con participaciones de seleccionados regionales y equipos de Mendoza. Uno de los grandes aportes de este campeonato consistió en dar un espacio altamente competitivo a los equipos de la zona central, promoviendo la proliferación de escuadras de mujeres y aumentando la masa crítica de jugadoras.

Esto sirvió de base para que luego Arusa construyera su propio torneo metropolitano femenino de dos divisiones, alcanzando un promedio de 10 equipos en competencia, jugando durante las temporadas 2018 – 2019 y que, para la temporada actual, disminuyó a solo 3 escuadras: Chunchas, Lions y Munay. Lo anterior debido en primer lugar a diferencias económicas y administrativas entre los clubes y la asociación y, en segunda instancia, a la necesidad de generar un torneo enfocado plenamente en el desarrollo de nuevas jugadoras y no en la competencia a alto nivel, como actualmente lo requieren los equipos participantes en Arusa. Allí es donde nació Carufem, como una alternativa independiente para poder dar competencia a los cuadros que aún se encuentran en procesos formativos.

Carufem.

En tanto las regiones, el panorama es un tanto distinto. El bajo volumen de equipos y la geografía han sido uno de los principales factores logísticos a la hora de entregar competencias regulares. De allí que el fortalecimiento de instancias como los torneos zonales y los torneos interregionales han permitido a las jugadoras el poder tener mayor volumen de estímulos competitivos a lo largo del año.

Aquí es donde, la actual administración de Chile Rugby ha tenido un papel fundamental. Con la llegada del nuevo directorio en 2019, el rugby de mujeres fue puesto como un eje importante a trabajar. Para ello se conformó un comité dedicado exclusivamente al desarrollo y promoción, integrado por un panel de importantes referentes del panorama nacional.

Gracias a un especial fomento a las regiones, se ha podido dar tiraje a proyectos de desarrollo en materia de juveniles, siendo considerable el trabajo actual en Arica, Iquique y Antofagasta. Ello ha dado cabida para que en el último año se haya podido desarrollar un encuentro entre selecciones juveniles del norte, centro y sur, marcando así un hito para estas categorías.

Concentrado nacional en Antofagasta.

Una buena jugada que ha realizado el comité del rugby de mujeres es el fomentar la lógica de seleccionados regionales, bajo la modalidad del rugby XV. Por un lado han logrado aumentar la masa crítica de jugadoras, gracias a las características propias del ‘quince’, mientras que por el otro, han dado pie a nuevas instancias competitivas, sobre todo para equipos que están lejos de los polos de desarrollo de la disciplina.

Junto con ello, el plan de los Centros de Alto Rendimiento Nacionales incorpora por primera vez una estructura de desarrollo del rugby de mujeres a escala nacional, cosa que apunta directamente a fortalecer los seleccionados nacionales y una eventual, aunque aún no confirmada por Federación, competencia inter-centros.

Cabe destacar además que, el trabajo de clubes, fundaciones e instituciones particulares ha permitido dar un primer paso, sobre todo en la vinculación clave con centros educacionales y municipales, arando el terreno para que hoy Federación y asociaciones puedan tener un buen recibimiento a la hora de proyectar trabajo mancomunado a lo largo de todo Chile.

Rugby XV , seleccionado Arusa vs Pangue de Chillán.

 

Si bien la historia del rugby jugado por mujeres es mucho más corta que en el caso de los hombres, en los últimos años, el crecimiento ha sido exponencialmente mayor. Esto no se corresponde al éxito de los Cóndores, sino más bien responde a un trabajo de largo aliento, comenzado a principios de los 90’s, donde generaciones de mujeres lucharon por ser reconocidas y tratadas con el respeto que todo deportista merece, más aún, teniendo en cuenta las condiciones que históricamente vivió la práctica del rugby de mujeres.

Hoy solo resta respaldar el esfuerzo de clubes e instituciones que han apostado por el desarrollo de niñas y mujeres, tanto como jugadoras, referees y directivas. Porque el espacio que se han ganado dentro y fuera de la cancha poco tiene que ver con la “Revolución del rugby chileno” como señala La Tercera; más bien tiene que ver con como han sido las mismas jugadoras que han revolucionado sus entornos y han levantado el compromiso del rugby para todos como emblema mismo del deporte de mujeres.

Seleccionadas y preseleccionadas nacionales, previo al Sevens Challenger.

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