Linao: el «rugby» de los pueblos originarios del sur de Chile

El linao cruzó épocas y resistió todo tipo de invasiones, hasta el punto de que se ha señalado que alguna vez se incorporó en las clases de educación física del Instituto Nacional y formó parte de la exhibición de deportes chilenos del año 1909 cuando se llevaron a cabo los primeros juegos olímpicos chilenos durante el mes de enero.



En cualquier llano pedregoso del archipiélago de Chiloé, alguna pradera polvorienta custodiada entre las colinas altas también, o en tal o cual planicie que cortejan el mar interior de la isla grande, los Huilliches gestaban sus hazañas de resistencia ante la corona española en base a un juego propio de la zona y muy popular entre la gente del sur, el linao.

Practicado en toda la costa de Arauco hasta el archipiélago de Chiloé, donde se sientan las bases de su origen, el linao era un juego parecido a lo que hoy se conoce como el rugby, donde la pelota se carga con una mano mientras se recorre el campo hasta la meta rival. Se jugaba entre dos equipos en un campo amplio, por lo general de entre 15 y 30 jugadores por lado, aunque algunas narraciones más grandilocuentes señalan más de 60 jugadores por equipos. Había un guardián o tecut (especie de fullback), una especie de último hombre que defendía la linea de anotación; dos palos verticales separados por unos 2 metros regularmente que el rival debía atravesar para anotar. Se escogía como tecuto a los jugadores más grandes y fornidos de cada equipo. Los partidos se podían prolongar durante horas, y sólo había un ganador cuando se concertaba entre ambas partes el fin del juego. La pelota era de algas, cochayuyo o luche con una cobertura de lana o trapos. También hay relatos que señalan la esférica hecha de madera, que podía medir entre 15 y 30 centímetros. En cuanto a la cancha, se remitía a alguna pampa limpia de grandes extensiones.

José Luis Segovia, presidente del club Traukos de Castro nos señala:

Nosotros sabemos la relación que existe entre el rugby y el linao, y es un trabajo largo que hemos venido desarrollando en la zona para cuidarlo. Se está recuperando después de muchos años, ya que de alguna manera había sido prohibido, lo estamos recuperando desde las escuelas básicas. Los torneos que hoy desarrollan los niños, los juegan en la cancha de nuestro club en Llau Llau, hemos empezado a relacionar ambas disciplinas, hoy trabajamos con varias escuelas donde hemos avanzando en recuperarlo. Cuando desarrollamos encuentros, jugamos rugby y linao.

Balón de Linao, muchas veces también tenía forma ovalada

Como en toda cultura, la práctica de juegos es una herramienta de cohesión social, ayuda a la comunicación y unión entre grupos, afianza valores comunitarios, promueve prácticas de apoyo y respeto; en suma, son instrumentos de socialización. No obstante, sin dejar de desconocer estas características, la gran diferencia con los deportes tradicionales modernos radicaba en que las actividades físicas del pueblo mapuche/huilliche estaban asociadas y concebidas, además, como preparación para la guerra. La actividad física por medio de los juegos fue fundamental para la resistencia de los pueblos originarios. Correr, lanzar, cazar, son elementos esenciales para defenderse, más en un contexto de expansión poblacional y conservación territorial ante una amenaza bélica extranjera. Desde los primeros intentos de invasiones incaicas, pasando por las de colonos europeos y hasta las últimas del Estado chileno, estos juegos se tornaban socialmente importantes puesto que tenían toda una lógica de preparación para enfrentamientos cuerpo a cuerpo, dotando de características físicas como motricidad y resistencia muscular, así como táctica y estrategia a la población.

El linao en particular, era el juego de mayor carga física de los mapuche/huilliche, además de poseer otra característica primordial que lo hace idóneo para la guerra. Tal como ésta última, en el linao no existe la falta. Como el fundamento era empinar las habilidades físicas sobre los demás, el que lleva la pelota tiene que tener la destreza y resistencia suficientes para eludir y soportar todo tipo de embestidas. En este sentido, las reglas del juego son bien aptas para la lucha uno a uno por la vida, sólo se limitaban a señalar cuando era anotación o si es que la pelota salía del campo de juego. Cuando se emprendía el ataque en el linao había que defender la pelota como fuera, quién la acarreaba empleaba la carrera en velocidad, y debía poseer una gran agilidad y estar dotado de una alta resistencia, fuerza y capacidad para empujar con la mano libre (handoff); además estar apto para soportar los aporreos, tironeos y tacles de los adversarios.

Las narraciones coloniales están llenas de esta particular asociación entre los juegos y las capacidades en enfrentamientos y dirección de los indígenas del sur. Sin ir más lejos, Caupolicán, al parecer, obtuvo su derecho a ser toqui luego de una competencia de levantamiento de un pesado tronco sobre sus hombros. Según algunos relatos de semblantes homéricos, el mítico cacique mapuche habría estado cerca de dos días con el pesado tronco sobre sus hombros para lograr el honor de dirigir las tropas araucanas. Con seguridad Caupolicán, como muchos otros caciques de su época y las posteriores, debió ser un gran jugador de linao, palín o píllmatun -o  quién sabe, tal vez de los tres- con una polifuncionalidad admirada por cualquier técnico de algún deporte moderno hoy en día.

Se dice que la reacción indígena del 10 de febrero de 1712: la principal rebelión huilliche en el archipiélago de Chiloé, se gestó luego de un encuentro de linao. Aprovechando las escasas instancias de descanso y socialización, los caciques y guerreros llamaron a un encuentro para el 26 de enero de ese mismo año en el poblado de Quilquico, en la península de Rilán, bajo el pretexto de un partido de linao. En tal evento, numerosos caciques de Quinchao y Castro acordaron realizar el alzamiento el 10 de febrero de ese mismo año que abarcara la totalidad del archipiélago y que logrará la adhesión de los caciques faltantes de la provincia. Así, mientras los encomenderos se divertían viendo a estos hombres perseguirse y golpearse los unos a los otros, no notaron la quimera en que los indígenas los envolvían, pues cada golpe, cada puñetazo, cada agarre o llave de cuerpo eran aprovechados por los cabezas de familia para gestar la rebelión. Cada finta, cada cruce cuerpo a cuerpo, cada mirada cómplice, pudieron haber sido en realidad avisos en clave, códigos de pelea, enseñanzas de ataques mortales.

El linao cruzó épocas y resistió todo tipo de invasiones, hasta el punto de que se ha señalado que alguna vez se incorporó en las clases de educación física del Instituto Nacional y formó parte de la exhibición de deportes chilenos del año 1909 cuando se llevaron a cabo los primeros  juegos olímpicos chilenos durante el mes de enero. Según reseñas etnográficas entregas por el profesor Carlos López von Vriessen, hace algunos años había liceos rurales de diversas localidades chilotas que promovían su práctica en el recreo a los niños mayores de ocho años. En los años ‘80, formaba parte de los programas municipales de tradiciones folklóricas de la isla sin resultado exitoso al parecer.

El linao se práctica en ocasiones en algunas zonas rurales del archipiélago de Chiloé, pero de manera muy distinta y mucho más normada. No obstante, engrosarán la memoria histórica jugadores como Hilario Caileo, llamado el toro del linao, el jugador más habilidoso jamás visto en algún campo de juego de linao. O un renombrado Lucho Huemul, o un tal coche Galindo. Para que decir el Fiura, legendario jugador de la década de los ’80, apodado así por su parecido físico a la mítica personaje isleña, y del cual se exaltaban sus cualidades de rudeza y bravura inigualables. Todos personajes dignos de mitos y leyendas propias del archipiélago, que dejaron su huella en este juego y que al igual que todos los habitantes originarios de Chilwe, ven rememoradas sus hazañas con total descaro y atrevimiento, en cuanto ritual de rebeldía autogestionada que florece, en cada proclamación de autonomía territorial que se pregona por la sempiterna gente del sur.

Al parecer nuestros pueblos originarios, tenían su propio rugby.

Video Linao (Comunidad mapuche de Peñalolen)

Referencias:

Revista entorno

https://www.taringa.net/posts/deportes/19336127/Linao-el-rugby-mapuche.html

1 Comment

  1. Genial el relato del Linao, agradecido por este trozo de historia, con esta pequeña reseña mas me gusta el rugby y le transmitire a mi hijo que ya lo practica esta historia del deporte que nos apasiona.
    Saludos!!!

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